Odio los aeropuertos. Este último año he tenido que coger muchos vuelos. Muchísimos. No los he contado para no deprimirme, pero solo en verano han sido una veintena. Y no lo soporto. Además de que me sigue dando algo de apuro irracional el volar, me puede toda la parafernalia. El arco de seguridad, retrasos, que te obliguen a pasar por la sección de alcohol para llegar a las puertas de embarque, las botellas de agua a 3 euros… pero sobre todo odio esa sensación de vulnerabilidad que tienes al viajar solo. Y nunca me había sentido tan vulnerable como hoy, cuando he empezado a llorar mientras me comí un helado de chocolate blanco al triple de su precio normal.
No me he podido aguantar las lágrimas. Lágrimas de emoción, por suerte. Mientras estructuraba este post en mi cabeza, en cosa de dos minutos me he visto dando el OK a una imagen para publicitar la presentación de mi libro en Palma, he recibido la notificación de una creadora a la que admiro que lo publicaba en sus stories, y se me petaba Twitter con notificaciones sobre el vídeo que ha colgado la cuenta oficial de Órbita Laika anunciando que mañana se estrena la nueva temporada. Todo esto se suma al montón de pequeñas y grandes cosas buenas que me están pasando últimamente. Tantas que apenas estoy teniendo tiempo de asimilarlas.
Pero yo de lo que quería hablar era de lo que ocurre cada martes, a las 10, en la 2. Porque parece ser que voy a formar parte del programa de divulgación más grande que ha habido en España: Órbita Laika. Y para su novena temporada, con el programa número 100, nada menos.
Recuerdo perfectamente ver el primer episodio junto a mis padres, siendo yo estudiante de física. Ese programa de Ángel Martín en el que salían “algunos de Twitter” hablando de ciencia. Han pasado muchos años y he tenido la enorme suerte de conocer personalmente a muchos de los colaboradores y colaboras que han pasado por el cambiante plató. Algunos de ellos incluso puedo llamarlos amigos. Uno de ellos es, por descontado, a mi Javi. Javi, no sé si eres consciente, pero para mi siempre has sido un “padrino”. Esos primeros vídeos en Date un Voltio haciendo animaciones, consejos sobre cómo posicionarme en un escenario o sobre cómo afrontar la escritura de un libro. No ha habido paso mío en la divulgación en el que no hayas tenido un consejo que darme. Poder tomar el enorme legado que dejas en el programa es todo un privilegio, pese a que soy consciente de que es imposible estar a la altura. Pero afronto el reto con la máxima humildad y admiración. Pese a que tú seas más de perreo cuántico y yo de death metal en agujeros negros. Un mol de gracias, Javi.
Del fantástico equipo que me ha hecho sentir como en casa durante las grabaciones ya os hablaré más adelante. Que son todos maravillosos y maravillosas, desde Edu y el resto de colaboradoras hasta el equipo redes o dirección, pasando por los de producción, vestuario, maquillaje, limpieza… ¡Gracias!
¿Y a vosotros y vosotras? Pues que muchas gracias también. Tú y yo sabemos que si no fuera por ti, por cada uno de esos miles de ti, no estaría escribiendo esto. Nos vemos cada martes a las 22 en La 2.